Biografía de la Beata Sor Lindalva Justo de Oliveira

Nacida el 20 de octubre de 1953 en una familia numerosa de Sitio Malhada da Areia, una zona muy pobre del estado de Rio Grande do Norte en Brasil, Lindalva fue bautizada el 7 de enero de 1954 y tuvo a sus padres como sus primeros directores espirituales: su madre le enseñó los fundamentos de la fe y las oraciones cristianas y su padre a menudo les leía la Biblia a ella y a sus hermanos pequeños, llevándolos a Misa. La muerte de su padre en 1982, por un cáncer en el abdomen, asistido con amor por Lindalva en sus últimos meses de vida, la llevó a reflexionar sobre su existencia y a orientarse de manera decisiva hacia los pobres. A partir de 1986 empezó a frecuentar el Movimiento Vocacional de las Hijas de la Caridad, participando regularmente en sus encuentros formativos y madurando en su corazón el deseo de servir a los pobres. Recibida la confirmación el 28 de noviembre de 1987, Lindalva comenzó el postulantado el 11 de febrero de 1988 en la Casa Provincial de Recife.

El 16 de julio de 1989, Lindalva y otras cinco compañeras comenzaron el Noviciado en Recife. Por las cartas a su madre y a su amiga Amara, comprendemos los sentimientos de felicidad, alegría y total dedicación apostólica con que afrontaba su camino de formación. En estos meses se interesa también por los familiares alejados de Dios y, en especial, anima a su hermano alcohólico Antonio a cambiar de vida. Al año siguiente, su hermano dejó de beber. Recibió además otra alegría cuando supo que su amiga Conceição había decidido entrar en las Hijas de la Caridad.

Terminado el período de noviciado el 29 de enero de 1991, Sor Lindalva fue enviada a servir a 40 ancianos de un pabellón del “Abrigo Dom Pedro II”, un hospital municipal de Salvador de Bahía. Su sencillez, la cordialidad y la alegría con que trataba a todas las personas, le valieron la estima de sus hermanas, del personal del hospital y de las personas asistidas. Se somete a los trabajos más humildes al servicio de los ancianos de la comunidad, especialmente de los que más sufren. Les sirve material y espiritualmente, asegurándose de que siempre reciban los sacramentos; canta y reza con ellos, toma su carné de conducir y se los lleva de paseo. Es completamente “transparente” hacia su superiora, cordial y amable con sus hermanas.

En enero de 1993, “Abrigo” acogió a un hombre de 46 años, Augusto da Silva Peixoto, que, a pesar de no tener derecho alguno debido a su edad, logró gracias a una recomendación ser admitido entre personas mayores. Sor Lindalva lo trató con la misma cortesía con la que trataba a todos, pero aquel hombre, de carácter difícil y arisco, se enamoró de la joven monja, por lo que comenzó un difícil período de prueba para Sor Lindalva. Ella, sabiendo las intenciones de Augusto, trató de hacerle entender de todas las formas posibles que mantuviera las distancias y comenzó a tratarlo con prudencia. Sor Lindalva comenzó a temer a este hombre, algo que confió a algunas amigas y hermanas. La solución más conveniente, simple e inmediata, podría haber sido dejar el “Abrigo”, pero su afecto por los ancianos la detuvo y un día, durante un descanso, le confiesa a una hermana: “Prefiero derramar mi sangre antes que irme”.

El Viernes Santo, 9 de abril, Augusto atacó con un cuchillo a Sor Lindalva que, al caer al suelo, gritó varias veces “Dios me proteja”. La autopsia contó 44 lesiones por todo el cuerpo de la hermana. Augusto, ante los tribunales eclesiásticos y civiles, declaró que la había matado precisamente porque ella lo había rechazado. Como se indica claramente en la Positio preparada para la Causa de Beatificación, su no ceder al pecado “la llevó a la muerte como resultado de su elección de vida, basada en una fe vivida”. Hoy, en el lugar donde fue asesinada, hay una imagen que la recuerda, junto a muchas flores, siempre presentes incluso en su tumba, con innumerables referencias a gracias y favores. Fue declarada beata el 2 de diciembre de 2007.