Santos, beatos, mártires, evangelizadores de ayer y de hoy. Aquellos que en diversas épocas han sido las manos y los pies de Dios, llevando el Evangelio a todos los continentes: corazones y mentes, vidas y acciones del pasado para un anuncio que es el mismo ayer, hoy y siempre: Cristo.
“Pero quienes deseen hacerse aptos para el apostolado tienen que concentrar necesariamente sus energías en lo que antes hemos indicado, y que es de suma importancia y trascendencia, a saber: la santidad de la vida. Porque ha de ser hombre de Dios quien a Dios tiene que predicar”.
- Maximum Illud -