Biografía del Beato Marco Antonio Durando

Marco Antonio Durando nació en Mondovì, provincia de Cuneo, Italia, el 22 de mayo de 1801, en una de las mejores familias de esta ciudad piamontesa. Los padres, el abogado Giuseppe Antonio y su esposa, Angela Maria Margherita Vinaj, fueron bendecidos con el nacimiento de ocho hijos. A través de su madre, muy devota, todos recibieron una sólida educación religiosa, pero el padre, un liberal agnóstico típico de la época, infundió sus ideas a los tres varones mayores, que fueron protagonistas de acontecimientos políticos y sociales de aquellos años. Formaron parte, de hecho, de la masonería y fueron protagonistas del Risorgimento italiano. Marco Antonio, por el contrario, como su hermano pequeño y sus hermanas, siguió un camino diferente.

La raíz de la vocación al sacerdocio del beato Marco Antonio hay que buscarla en su pasión misionera. De hecho, cerca de donde vivían se encontraban los Misioneros de San Vicente, a cuyo cargo estaba un vasto campo de apostolado en China. Marco Antonio entró así en la Congregación de la Misión y fue ordenado sacerdote el 12 de junio de 1824. Sin embargo, debido a su mala salud, sus superiores no lo enviaron a China sino que le encomendaron las misiones populares de su patria. En este ministerio prodigó toda su pasión misionera, predicando sobre todo la misericordia de Dios y apoyando y defendiendo la Obra de la Propagación de la Fe, constituida en Lyon en 1822.

Nombrado Superior de la Casa de Turín en 1831 y después Provincial en 1837, el padre Durando llevó adelante la difícil tarea de reorganizar la Provincia y defenderla del laicismo imperante, centrándose sobre todo en las nuevas vocaciones. Constatando la ausencia de las Hijas de la Caridad en el Piamonte y de las obras relacionadas con ellas, como las Damas de la Caridad y las Hijas de María, las invitó a venir a Turín desde Francia. En 1833, estas inauguraron su primera obra asistencial en la ciudad, dirigida a los soldados enfermos del hospital militar, despertando la entusiasta aprobación del rey Carlos Alberto. En pocos años, las Hermanas Vicentinas se multiplicaron y también aumentaron sus intervenciones asistenciales. Ayudadas por las Damas de la Caridad, crearon una verdadera red de centros de asistencia para los pobres de la ciudad. La mente que dirigía aquel movimiento y el espíritu que lo animaba era el padre Durando junto a sus misioneros.

Con gran coraje guió a sus hermanas y sus misioneros también a Crimea, para ayudar a los soldados heridos o enfermos en los campos de batalla. Fue iniciativa del padre Marco Antonio, la creación del Colegio Brignole Sale para las Misiones, inaugurado en 1855 en Génova con la aprobación del Superior General, el padre Jean Baptiste Etienne, en cuanto a la Congregación de las Misiones, y del marqués Antonio Brignole Sale, en cuanto a los aspectos financieros. Pero la obra que mejor representa el entusiasmo misionero del beato fue la de las Hermanas Nazarenas, una comunidad fundada por el padre Durando en 1865. Fue una iniciativa original y valiente para la mentalidad de la época: a las Hermanas Nazarenas se confió la tarea de ofrecer asistencia a los enfermos también en casa, tanto de día como de noche. Uno de los rasgos fundamentales de la comunidad de las Hermanas Nazarenas sigue siendo hoy una espiritualidad que pone en el centro a Jesús Crucificado, al que se descubre y se sirve en cada enfermo, en los huérfanos, en los atribulados y en los últimos de la sociedad. Este espíritu religioso, extremadamente sensible y comprometido, pronto superó las fronteras de Italia para extenderse incluso en las lejanas misiones de Madagascar, inspirando su amor a quienes sufren en las numerosas vocaciones nativas.

El padre Durando falleció el 10 de diciembre de 1880 a los 79 años de edad. Su cuerpo está enterrado en Turín, en el pequeño santuario de la Pasión dentro de la Iglesia de la Visitación, exactamente en el lugar donde se reunieron las primeras Hermanas Nazarenas. El 20 de octubre de 2002, el Papa Juan Pablo II lo proclamó beato.