Padre Augustus Tolton

el primer sacerdote negro en los Estados Unidos

El futuro primer sacerdote negro de los Estados Unidos de América nació del matrimonio de dos esclavos, Peter Paul Tolton y Martha Jane, en el condado de Ralls, Missouri, el 1 de abril de 1854. Augustus perdió a su padre cuando era joven; Peter Paul fue uno de los 180.000 soldados negros que perecieron en las filas del Ejército de la Unión, y debió su supervivencia a la inventiva de su madre, gracias a una rocambolesca fugar que les condujo a Quincy, donde la devota mujer comenzó a asistir a una iglesia católica. Aquí también los Tolton tuvieron que luchar contra los prejuicios que limitaban la educación del joven Augustus.

Pronto Augustus manifestó su interés por el sacerdocio. El padre McGirr y el padre Richardt animaron al joven en esta aspiración y trataron, sin éxito, de inscribirlo en numerosos seminarios diocesanos. Finalmente, en 1878, el Colegio Franciscano de Quincy aceptó a Augusto como estudiante especial y, dos años más tarde, sus mecenas lograron matricularlo en el Pontificio Colegio Urbano “De Propaganda Fide” en Roma.

Augustus Tolton fue ordenado sacerdote el 24 de abril de 1886 en San Juan de Letrán y celebró al día siguiente su primera Misa en San Pedro: como todos los miembros de Propaganda Fide, sabía que tendría que aceptar el destino decidido por sus superiores y, durante sus años de formación, se había preparado para ir a África, pensando que estaba destinado a esa tierra de misión. Fue grande su sorpresa cuando el cardenal Giovanni Simeoni, prefecto de la Congregación de Propaganda Fide, le dijo que le enviarían a los Estados Unidos, que en aquel entonces la Iglesia consideraba territorio de misión, y que trabajaría en una parroquia de Illinois. “América necesita sacerdotes negros”, dijo el cardenal al recién ordenado, "América ha sido llamada la nación más iluminada, veremos ahora si merece ese honor. Si los Estados Unidos nunca han visto a un sacerdote negro, tendrán ahora que ver uno. ¿Puede beber de este cáliz?”. “Puedo”, respondió el padre Tolton en latín.

La primera tarea del padre Tolton fue Iglesia de San José en la misma ciudad de Quincy. Durante los dos primeros años, el padre Tolton obtuvo el respeto y la atención de muchos feligreses de origen alemán e irlandés que terminaron por sentarse con sus hermanos y hermanas negros para escuchar sus inspirados sermones: el sacerdote a menudo era invitado a dar sermones en otras parroquias y sus lecciones de catecismo estaban llenas de entusiastas catecúmenos, pero tuvieron tanto éxito que atrajo la envidia no solo de los pastores protestantes sino también de otros sacerdotes católicos, entre ellos el deán padre Weiss. En poco tiempo, el padre Tolton se vio obligado a buscar otra diócesis donde trabajar y, después de buscar mucho, el arzobispo de Chicago, monseñor Patrick Augustine Feehan, lo asignó a una parroquia pobre en la zona sur de la ciudad, en la que vivían muchos católicos negros, que se convertiría en el Iglesia de Santa Mónica y el centro de evangelización para todos los católicos negros de Chicago.

La reputación del padre Tolton como predicador le valió muchos púlpitos desde los que exponer las verdades de la fe y la vocación de todos a la santidad, entre ellos, el primer Congreso de los católicos en Washington DC, en 1889, donde conoció a la madre Katharine Drexel, la heredera convencida por el Papa León XIII para convertirse en misionera y fundar una congregación, las Hermanas del Santísimo Sacramento para los indios y negros de Filadelfia. Desgraciadamente, el padre Tolton no escribió mucho, ni llevó un diario, solo nos han llegado unas pocas cartas enviadas a la madre Drexel, que sería canonizada por San Juan Pablo II en el 2000. Ella financió una escuela para niños negros que el padre Augustus abrió cerca de su parroquia. 

El Padre Tolton, a pesar de sufrir discriminación y prejuicios injustos, nunca dejó de lado su ministerio sacerdotal, cansándose física pero no espiritualmente. En un día muy caluroso, el 9 de julio de 1887, el padre Augustus regresó a Chicago después de participar en un retiro espiritual con un grupo de otros sacerdotes diocesanos. Mientras caminaba, cayó sobre la acera, víctima de un golpe de calor. Fue llevado al hospital de Mercy, pero no había nada que hacer: esa misma noche, asistido por su madre, su hermana y numerosas monjas en oración, terminó su existencia terrenal con tan solo cuarenta y tres años. El 13 de febrero de 2012, la Congregación para las Causas de los Santos otorgaba el título de Siervo de Dios al padre Augustus Tolton.